domingo, 27 de octubre de 2019
Toque de queda
martes, 6 de noviembre de 2018
Cazador cazado
y solo se escucha el bramido de los buses por la Alameda,
una figura emerge desde quién sabe dónde.
Tiene ambas manos escondidas en los bolsillos,
una capucha y pasear decidido,
su mirada va atenta, planificando una cacería nocturna.
Consciente de su habilidad,
deambula confidente
y en las cuadras de toda su vida
establece su zona de caza.
No quiere arriesgar más de la cuenta:
Lo suyo no es diversión, es deporte.
Al ver una muchacha de paso nervioso
se encienden sus sensores;
no hay mejor llamado anzuelo para su presa
que el eco que producen los tacones.
Ahora mira con atención cada esquina,
buscando algún animal que se tiente
con el suave perfume que acaricia el ambiente.
Se distancia de la joven,
no busca asustarla ni dañarla,
tampoco está ahí para protegerla,
y cuando se presenta su primer candidato
se sonríe de oreja a oreja.
Usualmente,
una mirada es suficiente,
con eso se le confiesan:
Es una confesión sin culpa,
llena de dominación.
Pasos más adelante,
en un zaguán empolvado
el animal salvaje asecha,
listo para lanzar su ataque:
“Guachita rica, ¡qué hace tan solita!”.
El grito resuena desde la oscuridad
ese grito es su zarpazo más feroz,
que corona con una rancia risa.
La mujer
ahora consternada
apura el paso
y el acosador sonríe.
Cree que es cazador, pero realmente
es una presa fácil.
Quedan entonces
cara a cara
el acosador mirando la nada
buscando algún gesto de aprobación
en la figura que lo contempla.
Solo está esa profunda punzada
llena de furia,
que deja a la presa totalmente al descubierto:
Sus entrañas vacías,
los gusanos que saltan del cráneo
y su mentalidad de hiena carroñera.
Esos dos ojos bajo la capucha
sostienen en el aire a su presa,
que ahora se retuerce patéticamente.
Luego de un rato,
siguiendo las reglas de la caza deportiva,
el cazador la deja ir.
La humillación mueve el cuerpo
de la presa alicaída,
mientras la figura oscura,
puños apretados en los bolsillos,
se aleja silenciosa
se hace otra vez una con las sombras. -
sábado, 20 de octubre de 2018
Sin remedio
por las calles heladas comencé a andar
fui dejando mi vendaje
tirado en cada esquina
empapado en la sangre de aquella vieja herida
que aún no cicatriza
que día a día me paso llevar.
La cara agria
desenmascarada y sin disfraces
los ojos cerrados
las ojeras marcadas
ignorando el paisaje
obligándome a tomar atajos desconocidos
para perderme en mis propias calles.
Voy con la cara larga
chicle estirado, entre la zapatilla y el pavimento
buscando algo nuevo
cien por ciento aventura
nada de cotidianidades.
No hay nada refrescante en este paseo
solo estoy yo
siempre lo he estado
preferiría que fuera de otra manera
para así poder avanzar.
El terror me hace languidecer
como una pistola en mi sien
estancado en una calle que creo conocer bien
después de media hora me declaro perdido
sin máscaras
sin protección alguna
yo y solo yo
escapando de lo cotidiano
la desesperación toma posesión de mi cuerpo
no creo ser capaz de seguir
y en un dos por tres
ya me encuentro nuevamente de vuelta a casa
por esas viejas calles, archiconocidas
y las manos sudorosas, apretadas en mis bolsillos.
domingo, 8 de octubre de 2017
Juan Paloma
miércoles, 2 de agosto de 2017
El pozo
que me siento como abandonado
en el fondo de un hondo pozo
que está casi vacío
excepto por una atemorizante humedad
que recorre con ímpetu sus ladrillos y recovecos.
Luego de tantos intentos por salir he perdido la cuenta
he perdido mis uñas también
y el conocimiento de cómo luce el sol
pues tan solo he podido contemplar de lejos algunos de sus rayos
pero nunca más su totalidad golpeando mi cara.
Acá abajo mis latidos causan un terrorífico eco
que poco a poco se convierte en un triste ritmo
al cual ya me acostumbré
de hecho, a veces me hace bailar dormido.
La humedad causa pestilencia, moho y llanto
y la falta de luz
ha provocado que me sienta enajenado de mi propio ser
por lo que me distraigo fácilmente mirando las aves
que con dañina curiosidad
posan sus patas al borde de este triste pozo
y sin saber que colaboran con mi fría tristeza
defecan hacia su interior.
Pareciera que llevo años aquí
sin embargo, no me logro amigar con las abundantes cucarachas
portadoras de sueños que en otrora tuvieron importancia para mí
que están siempre a mi alrededor
pero que ahora solo yacen impávidos en los crujientes lomos de los negros bicharracos.
Quizás podría dar un salto y salir de acá
arrancar de este destino que se ha sellado con mis labios
abandonar la pestilencia de la depresión
mirar el sol una vez más
pero el miedo me posee cuando voy a intentarlo
si fallo será el final
y tendré que estar para siempre acá
sabiendo que jamás es imposible
prefiero no saberlo
y pudrirme lentamente
conformándome con solo mirar unos pocos rayos de sol.
viernes, 7 de julio de 2017
Militancia
domingo, 4 de junio de 2017
Manojo difuso
Envuelto en esta furia matutina
me dispongo a alcanzar un par de estrellas
de un gran salto
o sumergiéndome en la inmensidad del cielo
no lo sé.
No comprendo los amplios misterios del firmamento
la verdad es que tampoco tengo ganas de hacerlo
me falta cabeza y tripas para ello
sin embargo tengo claro que quiero sostener en mis manos
un manojo de estrellas
palpar su infinites distante
dejar que su misterio llene de color mis ojos grises
que llene de sentido mi vaga existencia
la cual en cada paso que doy
siento que se va
más y más.
Quebrar el cielo
desde alguna esquina desolada de mi habitación
apretar los astros contra mi sufrido pecho
para ver si por fin puedo sentir algo
para ver si por fin puedo sentirme a gusto
conmigo mismo
para tener felicidad un momento.
Ganas no me faltan
pero fuerzas sí
para llegar allá arriba
y lograr ese cometido
que mientras más es meditado por mi tonta mente
se convierte más absurdo y peligroso.
Desesperadamente mis manos revuelven bolsillos
encuentran solo vómitos y arrepentimientos
pero ninguna solitaria estrella
ningún rastro de una de ellas
abundan suspiros
por cosas pasadas
y los planes del futuro duermen plácidamente
demasiado para mi gusto.
Acá sentado el cielo parece tan lejano
contrario a mis sueños
en dónde solo con estirar mi mano llego a sus confines
¡basta de soñar!
es hora de enfrentar que
lo quiera o no
las únicas estrellas que puedo alcanzar
son las que bajo tierra se encuentran.
viernes, 2 de junio de 2017
Antiguos vestigios
miércoles, 24 de mayo de 2017
Estos días (helados)
martes, 23 de mayo de 2017
La nariz muy helada
las manos escondidas en bolsillos
donde solo abundan insípidas y maliciosas pelusas
y el trémulo vapor pegado a la cara
machacando una y otra vez mis ojos
juzgando y atacando.
Quizás es verdad aquello que dicen
no hago poesía
yo con cada verso de mi pasado
tan solo me dedico a elaborar estos textos de porquería.
Cruje la arena bajo mis pies
cruje el negro cielo sobre mi atormentada cabeza
cruje también
mi cuerpo entero
movido por aquellos ruidosos pensamientos salidos del más próximo cementerio de sueños.
Mi mirada se pierde
en la inmensa sabiduría de los árboles mojados del Parque Almagro
se pierde de igual manera
en cada hoja húmeda que se lanza
y que queda a merced de este crudo viento que no es de invierno.
Ya no queda tabaco
ni menos buenos pensamientos
solo me queda esta nariz
endiabladamente helada
las manos vacías y apretadas
y un lento caminar
el que sinceramente
no creo que sea capaz de llevarme a ningún lugar.