Créeme
cuando te digo
que
extrañaba los días así
¿extrañaba?
anhelaba
los días así
en donde la
transpiración y el calor estuvieran ausentes
y las
miradas tibias presentes
extrañamente
echaba de menos las manos entumecidas
las narices
congeladas
chillonas
de frío
y aquellos tímidos
tiritones
producto de
la inevitable frigidez corporal.
Navegando
así
entre
diferentes vientos me siento mucho más cómodo
me siento
como en casa
mi corazón
congelado se rebalsa de felicidad.
Mis manos
entumecidas buscan inútilmente refugio en mis inhóspitos bolsillos
mi mirada perdida
también busca uno
lo hace en
una que otra banca del parque
un lugar
tranquilo
donde no
pueda ser molestado
para así
poder disfrutar de este rico frío
dejar que
se meta en mis huesos
que llegue
profundo a mi alma
que se
quede ahí por una fugaz eternidad
y que
gobierne con sabiduría este pesado cuerpo
que tantos errores carga encima.
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