Y entonces, en un particular día de verano, donde una tímida lluvia despejó el cielo santiaguino, decidió bajarse rápidamente de la abarrotada micro que lo transportaba, sacar aquel libro que hace tiempo ansiaba poder terminar y cerró los ojos un momento, deseando poder subirse a una de esas esponjosas nubes que parecían casi dibujadas.
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