Bueno, quizás no fui de todo sincero con ustedes.
Al decir muerta, no es que Lucia haya sido asesinada, o sea para mi estaba
muerta, pero hablando sin metáforas y técnicamente, ella seguía viva y por lo
que pude ver, más viva que nunca.
Al día siguiente de la llamada de su padre salí a buscarla y no pude
encontrarla.
Hasta que ella me encontró a mí.
Con una sonrisa que no era propia de ella.
Con una manera de vestir que no era propia de ella.
Y con alguien que no era yo.
Para mí eso era igual a que ella estuviera muerta.
Cuando entre sollozos fingidos, palabras irónicas y miradas de
arrepentimiento me dijo que me había sido infiel no hice más que mirarla y
asentir. Para mí era imposible creerle.
Y como me era imposible creer que me había sido infiel preferí
matarla, en mi imaginación, por supuesto.
Y cuando logre creerle, mi mente imagino que la violaban, y además la
habían matado.
Pero volvamos al vagón inundado de gente, en el cual aparecía la
resucitada Lucia, la nueva Lucia, con una sonrisa de oreja a oreja y un parche
con la bandera mapuche pegado en el bolso.
Me acerque muy lentamente, me pare cerca de ella con el solo objetivo
de que me divisara, no la mire, no me detuve a saludarla, me posicione delante
de ella y detrás de la puerta del vagón del metro. En el reflejo se veía
claramente su mirada clavada en mi espalda. Mi orgullo estaba rebalsando, por
lo tanto lo último que se cruzaría por mi mente era saludarla.
-Hola- dijo con voz seca y tímida.
El vagón se detiene y las puertas se abren.
Universidad Católica.
-¿Cómo estás?- pregunto fríamente sin voltearme, no necesitaba ver su
cara, ver su reflejo era suficiente para mí.
Se acerco aun más esperando a que yo volteara.
-Igual que siempre- sus labios se separaban excesivamente al hablar,
típico de ella.
Tocó levemente mi hombro, inconscientemente y sin quererlo me di
vuelta, una chispa se produjo en nuestra mirada, una chispa sin nada que la
convirtiera en fuego.
-Bien, un poco cansado pero es lo típico- mentí mientras miraba el
mapa de estaciones en el metro.
El vagón se detiene y las puertas se abren.
Santa Lucia.
Que irónica es la vida.
-Ahh, que bueno. ¿Y qué onda, algún plan para esta noche?
Sentí su mirada recorrer toda mi cara, primero mis ojos, clavo su
vista en ellos y quede completamente al descubierto. Seguido de esto se dedico
a recorrer el resto de mi rostro, mi cutis con severas marcas de haber sufrido
un ataque de espinillas en mi juventud, mi barba que no estaba muy crecida pero
aun así se notaba que llevaba dos días sin afeitar y por ultimo mis labios, que
llevaban meses sin besar a nadie.
-La verdad es que si- empecé a sentir la humedad de mis axilas.
El vagón se detiene y las puertas se abren.
Universidad de Chile.
-¿Y eso?- preguntó- yo pensaba que te había enseñado a no hacer
planes.
-No no, pero no es uno de esos planes que se hacen con meses de
anticipación- me pausé un momento para tomar aire- es de esos planes de
segundos.
-Pero al fin y al cabo, es un plan- su voz coqueta produjo algo
extraño en mi- es malo planear.
Entonces sentí compasión por ella.
Entonces afloro por ella un sentimiento extraño, una especie obsesión
que creí superar, unas ganas de estar con ella y hacer las cosas que hacíamos
antes.
Es cuando me replanteo si aun
la amo.
-Bueno si, es un plan- introduje lentamente mi mano en mi bolsillo-
¿Quieres saberlo?
Sus ojos se iluminaron, supo captar la falsa esperanza que proyecté de
los míos.
-Bueno- repaso con cautela lo que diré.
El vagón se detiene y las puertas se abren.
Moneda.
-Mi plan es estar lejos de ti - la mire por última vez y rápidamente
me baje del vagón, como este tenía aire acondicionado sentí en mi rostro y en
mi cuerpo el vapor humano.
Creo que la amo.
Camine rápidamente hasta las escaleras del andén, me cuestione muchas
veces lo que había hecho, llegue incluso a pensar que era necesario alcanzar a
Lucia para ofrecerle unas disculpas, pero con mi pecho inflado en orgullo era
imposible.
Entonces descubrí que la amaba y la odiaba al mismo tiempo.
La maté por segunda vez en el mismo año, metafóricamente hablando,
claro.
Aunque relampagueantemente nació mi deseo de matarla en serio.
Subí las escaleras de mi departamento, eran las diez con veinte
minutos y yo no tenía nada de sueño. Al acostarme repase cuidadosamente lo que
había sido mi día, definitivamente fue un día lleno de emociones extrañas, de
emociones nuevas que mis locas venas habían olvidado que existían. Definitivamente
tenía que vivir más así.
Doce en punto y una tonta mosca intenta salir de mi cuarto, solo logra
chocar innumerables veces contra mi sucia ventana.
Doce y cuarto y me sentí con la necesidad de llamarla, tome celular y
lentamente busque su nombre en el directorio telefónico y marque.
Inmediatamente corte y arroje el teléfono lo más lejos posible.
Definitivamente los celulares no son el problema, el problema es la
gente.
Definitivamente el problema no es ella, el problema soy yo.
Una de la mañana y aun no logro dormir, alargo mis manos hacia el
despertador y lo desconecto. Mañana es lunes, pero no me importa no pienso ir a
trabajar, mañana será un día distinto, mañana será para mí un nuevo comienzo
por así decirlo.
Mañana será el principio del fin.
Mañana será el principio de mi ansiado fin.
Cinco con doce minutos y Morfeo recién se acuerda de mí, el sueño me
invade y mi cerebro ansia con muchas ganas que sea luego un nuevo día, que sea
por fin mi día.
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