Lo que pudo haber sido una película se convirtió de pronto
en un cortometraje.
Se acortaron los tiempos, el presupuesto e incluso el número de espectadores.
Los diálogos eran breves y cien por ciento precisos, y muchas veces el silencio
reinaba entre ellos.
Las escenas que en un principio fueron pensadas llenas de color, ahora sucedían
en un agrio blanco y negro. Lo que le otorgaba a la cinta un tono oscuro y
deprimente.
Lo que pudo haber durado dos horas, y quizás un poco más, duró solo unos
minutos. Terminó de manera fría, en blanco y negro, de un momento a otro.
Me miraste a los ojos y convertiste nuestra película en un infame y
descorazonado corto. En donde al parecer solo tú fuiste quien dirigió y yo
jamás tuve voz ni voto.
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