Innumerables veces recuerdo haber estado caminando por las desoladas calles del gran Santiago,
el aire capital hace despertar en mi estomago una sensación de hambre que necesitaba ser saciada inmediatamente.
Es lamentable, pues, en mis bolsillos nunca abunda el dinero... Suelo ser de los que salen con lo justo y llegan con nada.
Pero ustedes son de esos que nunca defraudan.
Llueva, truene o nieve siempre están en esa esquina con su carrito, ustedes no venden sopaipillas, ustedes venden la formula perfecta para combatir el hambre.
Me acerco temeroso con los cien pesos en la mano.
"Esto es un descaro". Pienso... "Como algo tan exquisito puede costar tan barato"
Esta oda es para ustedes, que no venden comida, venden verdaderos placeres.
me gustooo jajajaja
ResponderEliminarpues bueno, a compartir se ha dicho!
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