miércoles, 10 de agosto de 2016

La botellita

Jugó a la botellita conmigo y me hizo darle un beso. No sería justo culpar al azar por tal horrible experiencia, ni menos al objeto inerte que ni si quiera tuvo la posibilidad de elegir mi destino. La culpa recae en él, que con ímpetu y rabia rompió la botella en el suelo, convirtiéndola en una afilada arma blanca y posterior a ello la acercó a mi perfumado cuello y con gritos amenazó con cortarme si es que no hacía lo que me pedía. La botella y yo fuimos víctimas de su borracha violencia y de su deforme y grotesca virilidad.

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