Al despertar mis cansados ojos clavaron la mirada en el techo, lleno de imperfecciones, como la vida misma. No sabia donde estaba, no sabia porque estaba allí. ¿Qué era lo que había gatillado que mi tranquila vida se viera interrumpida de tan brutal manera? No tenia forma de darle una respuesta sensata a esa pregunta, que hace más de dos horas rebotaba dentro de mi cabeza. Despegue la mirada del techo, buscando a mi alrededor algo, no sabia que, pero pensaba que podía ser algo que me aclarara un poco más las cosas. Intenté mover mis manos, pero fue en vano, estaban atadas a la estructura metálica de la cama, atadas con unas especies de correas.
En ese momento me sentí asustado, mire hacia mi derecha y vi una cortina que me aislaba de todo lo que ocurría en el exterior, un exterior que no emitía ningún ruido, era callado y oscuro.-¿¡Hola!?- dije gritando, mientras notaba que mis voz parecía bastante gastada.
Silencio, solo silencio.
-¡Hola!- esta vez el grito fue más fuerte, tan fuerte que pude sentir como el sonido raspaba dolorosamente mi garganta.
Las paredes respondieron de la única forma que lo sabían hacer...Con el silencio.
Así estuve por más de una hora, gritando desesperado, moviéndome frenéticamente sobre la cama, con la vaga esperanza de que los cinturones que me contenían cedieran, pero no fue así.
Me estaba quedando dormido cuando de la nada llego una mujer vestida de enfermera, era rubia y llevaba su pelo atado en forma de cola, un coqueto lunar al lado de su boca le daba un toque de ''enfermera erótica'', pero ella estaba lejos de serlo. Traía con ella una especie de bandeja, con un dos platos, un vaso a medio llenar y una torre de servilletas. Entre ojos cerrados (debido a que me estaba haciendo el dormido) pude ver como se acercaba y con su suave voz creía estar despertándome.
-El almuerzo- su voz era realmente suave- despierte señor.
Lentamente abrí mis ojos y la pude ver casi encima mio, con su mirada puesta en mi, como si esperara que yo reaccionara de manera violenta, quizás en otras circunstancias así hubiese sido.
-¿Donde estoy?- intente enderezarme para recibirle la bandeja, pero recordé que estaba atado a la cama.
-Usted esta en un manicomio-cárcel, el nombre real es Instituto de Sanación Mental San Alonso pero los funcionarios le llamamos ''El infierno blanco'', pues como podrá ver casi todo lo que hay es blanco, incluyendo paredes y piso- su voz se apago, como si hubiese olvidado algo.
-¿Y por cuanto tiempo voy a estar aquí?- pregunté, mientras acercaba la bandeja a mi y se sentaba al borde de la cama.
-Ninguno de los internados tiene derecho a escuchar esa respuesta- dejo de hablar para tomar la cuchara, sacar un poco de puré y acercarlo lentamente a mi boca, me sentí humillado, pero tenia hambre así que deje que me diera comida.
-Pero por que me caes bien te la responderé me dijo mientras retiraba la cuchara de mi boca- para irse de aquí hay dos opciones, o te mueres, o te matan o te matas.
Fue entonces cuando recordé todo, recordé por que estaba ahí, recordé que es lo que había pasado y recordé que ella se equivocaba, pues yo ya estaba muerto.
Ahora contare todo lo ocurrido anteriormente, esto es como un racconto o esas cosas que nos hacen regresar al pasado.
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