No puedo dormir, no puedo dormir, debo escribir, debo escribir.
En silencio el lápiz llama al alma para que actué como emperatriz, impregnando así todas mis penas aquí.
El cuaderno con un grito ahogado expresa el dolor, mientras ve sucumbir el mundo que amargamente e creado.
Nada de esto existe, nada de esto es real, me repito mil veces tratando de ser leal a mi otro yo.
Ese otro yo que antes era un fiel compañero y ahora no es nada más que un rumor pasajero.
Rumor pasajero desde que lo vi ahogarse en su maldita ternura.
Mientras tanto yo en trance con mi sutil droga placebo, tratando de luchar contra el sucio ego, desenmascarar a la mentira en su sucio pero verdadero juego.
¡Viva la locura!
¡Viva la escritura!

¡Viva el que escribe mirando hacia la luna!
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