Tu artesano cuerpo de madera, tu cansada mirada de mujer madura, tu áspera voz de dulcinea y el brillante brillo en tus dos ojos. Son esos adjetivos los que mantienen mi alma corrompida, confundida. Sigo tratando de comprender si eres real o no, ¿Qué raro me pareces un ángel?, pero tu me haces llamarte el mismo demonio.
Por culpa de tu floreciente belleza caigo en el juego del insomnio, no duermo...
Y es que eres como una hermosa estatua, imponente, alta, inalcanzable.
¿Porqué tratas de ocultar tus alas ante mi?
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